Amado Avendaño y su Tiempo
4 de mayo del 2004
Chiapas
Proceso
Cuando estalló el movimiento armado en Chiapas, el uno de enero de 1994, Amado Avendaño, al frente del modesto pero influyente periódico regional Tiempo, jugó un papel clave para que la noticia fuera difundida al mundo.
El 17 de enero de aquel año, Proceso publicó en su edición 890, el texto "México y el mundo se informaron de la sublevación por el modesto diario Tiempo".
Fechado en San Cristóbal de las Casas y firmado por Salvador Corro, Julio César López y Rodrigo Vera, el reportaje reconstruyó los primeros minutos de la irrupción violenta del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN).
A continuación reproducimos el texto íntegro:Concepción Villafuerte Blanco y Amado Avendaño Figueroa, editores del modesto diario Tiempo, cuyas oficinas son lugar obligado para los periodistas en busca de información independiente, relatan las primeras horas que vivieron con la población cuando el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) tomó el palacio municipal y cómo difundieron la noticia en México y otros países.
Alrededor de la una de la mañana del 1º de enero, Mercedes Osuna, amiga de la familia, tocó la puerta de Tiempo:
- Licenciado, están entrando unos hombres armados por el barrio de San Ramón. Los vi porque fuimos a dejar a una familia. Pero no nos dejaron pasar -le dijo a Amado Avendaño, cuya familia se disponía a dormir-.
"San Ramón está en la salida a San Juan Chamula. Ahí se reunieron los guerrilleros antes de entrar a San Cristóbal. Pero no le creí. Pensé que después de la cena de Año Nuevo se les habían pasado las emociones a los muchachos y por eso estaban dándome esa noticia", cuenta Amado Avendaño.
Sin embargo, telefoneó a la XXXI Zona Militar y le comentó al general Gastón Menchaca lo que le habían contado. Menchaca se limitó a darle las gracias.
Nunca supo Amado si el general ya sabía lo que estaba pasando.Después llegó el fotógrafo Antonio Turok y le dijo:
- Amado, los indígenas, armados, están rompiendo las puertas del palacio municipal. Yo los vi ahorita.
Minutos después le telefoneó una persona de Las Margaritas y le informó que ahí pasaba lo mismo y que había visto morir a tres personas. La llamada se cortó. Después, Amado volvió a telefonear a Menchaca para darle la noticia.
- Ya estoy informado señor. Le agradezco mucho, le contestó el general.
Para entonces, el teléfono estaba saturado por las llamadas de personas de varios barrios de San Cristóbal. Ahora el periodista se comunicó con el obispo Samuel Ruiz. En ese momento, el obispo estaba reunido ya con los padres dominicos, para analizar lo que sucedía.Amado se dirigió poco después al palacio municipal y vio gente armada.
Regresó a las oficinas de Tiempo, donde uno de sus reporteros ya tenía en su poder el manifiesto de los zapatistas. Conchita, a su vez, comenzó a llamar a las redacciones de los periódicos de la Ciudad de México. Como nadie le contestaba, por fax envió la noticia: "La plaza principal de San Cristóbal de las Casas fue tomada por el Ejército Zapatista de Liberación Nacional". Y también transmitió el manifiesto.
Pronto amaneció. La gente estaba en la calle y no salía de su asombro. No entendía lo que estaba pasando. La ciudad había sido cerrada.Conchita y Amado recuerdan que alrededor de las once de la mañana se dirigieron al palacio municipal. En un principio no pudieron pasar porque indígenas armados les impidieron el paso. Los periodistas les preguntaron qué querían y qué era lo que pasaba.
Los llevaron ante el subcomandante Marcos. A su vez, los llevó con otros indígenas que, les dijo, eran sus superiores, dos bastante viejos y uno relativamente joven. Hablaron del movimiento, les dijeron que trataban de reivindicar a los indígenas, que habían pasado muchos años de sufrimiento, que habían hecho muchas gestiones, principalmente de tierras, en la Secretaría de la Reforma Agraria, sin resultados.
Muchos de sus compañeros, les comentaron, estaban encarcelados y los traductores que están en las oficinas de las agencias del Ministerio Público no dicen la verdad, por lo que no tenían quién los defendiera.
La conversación entre los jefes indígenas y los periodistas que se habían sumado a Amado y Conchita, fue en un español salpicado con palabras en tzotzil.
Por la tarde, desde el teléfono y fax de Tiempo, salieron llamadas y mensajes hacia varias partes del mundo. Amado revisó su tarjetero y su relación de teléfonos de los periodistas que durante los últimos años habían pasado por su redacción.
También en la mañana del sábado comenzaron a recibir llamadas de los diarios nacionales. Les informaron lo que estaba pasando. Hasta el gobernador, Elmar Setzer, se comunicó con Conchita y le reclamó que estuviera pasando información sobre la toma de la plaza por "guerrilleros guatemaltecos".
"No señor, yo no estoy diciendo que sean guerrilleros guatemaltecos, estoy diciendo que son guerrilleros mexicanos y le voy a pasar el texto de la nota que hice, para que tenga un antecedente, y el texto que distribuyeron los guerrilleros", le contestó.
A partir del domingo comenzaron a llegar muchos periodistas y, al tercer día, las oficinas de Tiempo se habían convertido en una romería. Al teléfono 8_07_38 entraron llamadas de la BBC de Londres, de una radio de Portugal, de la CNN, de Helsinki, de Japón.
El Mono de Papel De pronto la casa_oficina se vio invadida por más de 50 periodistas que se turnaban el único teléfono, el fax, la máquina de escribir y dos computadoras. Se volvió el centro de información. Después, empezaron a aparecer los boletines oficiales.
El periódico es una empresa familiar: Amado hace los editoriales y es corrector y redactor. Cuando tiene que salir a litigar, lo suple Conchita, además de encargarse de la parte administrativa. Amalia, su hija, es la responsable del taller y de la distribución. Todos los amigos, corresponsales de varios periódicos nacionales, lo alimentan de información.
Dan prioridad a las noticias locales. Cuenta con diez niños voceadores, en su mayoría indígenas, que estudian en la tarde y ganan una comisión por cada periódico que venden. Normalmente edita 600 ejemplares diarios. Con eso se mantiene.Desde que estalló el conflicto la gente hace colas para comprar Tiempo. En el principal puesto de distribución, El Mono de Papel, se vendían diez ejemplares; ahora venden más de 150.
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