EL PERIODISMO EN CHIAPAS

Este es una bitácora exclusivamente para textos relacionados con la historia del periodismo en Chiapas. Para exhibir los aciertos y desaciertos, dislates, cosas chuscas y otros detalles que reflejen la idiosincrasia del periodismo chiapaneco. Tantas cosas y situaciones que veo y leo que no quiero que se pierdan en el tiempo, quiero documentarlo y compartirlo. Advierto que para nada pretendo congratularme u ofender a persona alguna.

jueves, agosto 16, 2007

El hasta pronto a un digno periódico

El hasta pronto a un digno periódico

Dr. Sarelly Martínez Mendoza *



Cuando desaparece un medio de información, como La Voz del Sureste, que fue baluarte de la libertad de expresión, es siempre un motivo de luto para la sociedad y para todos los periodistas.
Roberto Coello Trejo ha sido respetuoso de las opiniones de sus colaboradores. Dio espacio a Roberto Mancilla Herrera, cuando en el gobierno de Absalón Castellanos Domínguez, era el único en disentir con esa política catastrófica del general.
En mi libro Periodismo contemporáneo en Chiapas sólo tengo palabras de reconocimiento para La Voz del Sureste y para su director. No podía ser de otra manera. Fue el primero en pagar salario profesional a los periodistas y en inscribirlos al Seguro Social.
En 1979, cuando gobernaba en Chiapas, Salomón González Blanco, a Roberto Coello le tocó hablar en nombre de los periodistas.
Cuando todos esperaban que su discurso fuera de alabanzas y reconocimiento inmerecidos, él realizó una autocrítica profunda de ese periodismo mercenario que se practicaba (y se practica aún) Chiapas.
“No se conocen represiones contra la libertad de expresión, ni se cierran periódicos, ni se persigue a nadie por sus ideas, ni por expresarlas. No es necesario tampoco.
“Si la realidad aparente que nos permite gloriarnos es ésa, la realidad profunda es otra. Hemos sabido salvar apariencias, y vivir realidades distintas, porque hemos sido nosotros, los encargados de informar y orientar con honestidad y decencia a la opinión pública, los que no hemos ejercido la libertad de expresión, que no es dádiva, sino un derecho consagrado en nuestra carta magna, al atomizar noticias que fragmentan realidades”.
El tono, en esos tiempos de discursos complacientes, fue inusual. El orador atribuyó la mayor responsabilidad del atraso de la prensa a los informadores y a los dueños de publicaciones informativas, y no al gobierno.
Y le asistía la razón al señalar que no hacía falta que el gobierno reprimiera a una prensa acomodaticia, porque no se registró en esta etapa actos de represión alguna contra los periodistas.
Sus palabras, pronunciadas en aquella tarde de junio, tienen todavía vigencia. Absoluta vigencia:

“Un periodista forma o, cuando menos ayuda, a la integración de la opinión pública. Para esto, para hacer una labor eficiente, se debe tener noticias cribadas y con conciencia crítica. El restringir al trabajador de la noticia, de la información, de la orientación, del análisis de la conciencia crítica es tanto como mutilarlo, ya que la crítica, cuando es constructiva, favorece los quehaceres del hombre, amén de que una advertencia a tiempo puede salvar de molestas consecuencias que pretenden, en otros, y la más grave, trastocar la paz y tranquilidad pública.
“Por ello, mientras en las páginas de los medios de información se mediaticen las acciones de la explotación, de la corrupción y de la miseria y prive la lisonja, el servilismo, el castracismo y la sumisión, no podemos estar satisfechos celebrando la libertad y olvidándonos de la injusticia. O sea, cuando liberemos al pueblo de la intolerancia, de la ignorancia, de la incertidumbre, del miedo y del error, podremos estar satisfechos y conscientes de que ese espacio y ese tiempo nos pertenecen, pero para ello repito, es menester transitar por la verdad hacia la justicia, informando con decencia, con veracidad, con objetividad, con honestidad y bajo un signo prioritario en nuestras causas comunes, la unidad”.

Roberto Coello había sintetizado la situación de la prensa chiapaneca, no sólo de la administración de Salomón González Blanco, sino la que había sido, era y es el periodismo estatal: servil, sumiso y hecho para el elogio y la lisonja.
Mi reconocimiento a don Roberto Coello Trejo por haber convertido a La Voz del Sureste en una isla de respeto a sus colaboradores. Es una lástima que el buen periodismo no sea siempre un buen negocio económico.
Ojalá que vengan otros tiempos y mejores tiempos, que permitan resurgir a La Voz del Sureste. A los chiapanecos nos urge contar con periódicos donde los periodistas puedan expresar sus opiniones sin coerción alguna de directivos y de políticos.
* Docente investigador de la Licenciatura en Comunicación de la Universidad Autónoma de Chiapas

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