EL PERIODISMO EN CHIAPAS

Este es una bitácora exclusivamente para textos relacionados con la historia del periodismo en Chiapas. Para exhibir los aciertos y desaciertos, dislates, cosas chuscas y otros detalles que reflejen la idiosincrasia del periodismo chiapaneco. Tantas cosas y situaciones que veo y leo que no quiero que se pierdan en el tiempo, quiero documentarlo y compartirlo. Advierto que para nada pretendo congratularme u ofender a persona alguna.

lunes, julio 30, 2007

LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN

Con permiso del autor, publicamos en este blog este artículo de uno de nuestros periodistas chiapanecos que han trascendido fronteras.



LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN SON POCO DEMOCRÁTICOS

JOSÉ LUIS CASTILLEJOS
PERIODISTA, ESCRITOR Y CORRESPÒNSAL EN PERÚ Y BOLIVIA

Crónicas de un VIajero
Lima, Perú 08 de junio de 2005
Miembro de Columnistas de la Frontera Sur
http://www.columnasur.org/joseluiscastillejos.htm



Lima.- Los medios de comunicación son un medio y estímulo de la democracia; sin embargo, a veces, son pocos democráticos.

De ahí la necesidad de defender y activar el derecho a la información de los lectores ante el poder gigantesco de los medios de información.

Los medios de comunicación se han convertido en parte de poderosos complejos empresariales en los que predomina, con todas sus consecuencias, la lógica comercial.

Los empresarios se sienten dueños de un poder absoluto y desde los grandes medios cambian hábitos de consumo, arrasan culturas, y homogenizan audiencias mundiales, estimulan guerras, orientan la economía y la política.

También cambian la visión de la vida, imponen modas y logran que sea verdad lo que ellos mantienen como tal, y desaparecen como hechos los acontecimientos que los medios de comunicación silencian.

Esas colosales empresas reúnen a la vez periódicos, canales de televisión, estaciones de radio, estudios de cine, televisión por cable, agencias de publicidad, juegos de video, páginas de Internet, y todo lo que la tecnología de las comunicaciones les permita crear.

Reunidas todas estas actividades por poderosas empresas, desaparecen las fronteras que las separaban y, desde luego, se convierten en cosa del pasado las incompatibilidades éticas que mantenían fronteras entre periodistas y publicistas, indicó.

No sólo desaparecen esas barreras protectoras del interés de los receptores, es que desaparecen también los ciudadanos. El receptor de informaciones está dejando de contar.

Al respecto el periodista colombiano Javier Dario Restrepo, en unos pocos años ha desaparecido ese rasgo de identidad que le daba toda su dignidad al periodismo, o sea su dedicación al servicio de la sociedad.

Ese servicio incluyó, en los momentos más deslumbrantes y sobrecogedores de su historia, la entrega de la vida del periodista, o el destierro, o la prisión.

Esa es una historia que ya no tiene vigencia, salvo como registro hagiográfico (historia de la vida de los Santos), en los medios regidos por la lógica comercial de las grandes empresas.

La gran empresa puede producir automóviles, o cervezas, o servicio de transporte aéreo, o productos químicos de alta calidad, pero nunca un buen periodismo, porque este se hace cuando se informa para servir al lector.

También se hace buen periodismo cuando lo inspira el progreso de toda la sociedad, objetivos que a la gran empresa no le importan, como lo reflejan los periódicos y revistas, las emisiones de radio y televisión donde son más importantes los avisos que las noticias.

La proporción de 60 por ciento de información por 40 de publicidad desapareció bajo la presión y los buenos argumentos de los publicistas.

Para una lógica comercial, no puede tener importancia un producto que no se vende y la información es gratuita en la televisión y en la radio y en el medio impreso y se está convirtiendo en una coyuntura o en un pretexto para publicar avisos o para atacar honras, dignidades o pretender echar abajo un gobierno cuando este no paga la publicidad como ciertamente ocurre en algunos medios.

Ryszard Kapuscinski dice que la degradación del periodismo comenzó cuando coincidieron dos causas: la conversión de la noticia en mercancía y la masificación del periodismo.

Esas causas se complementan: la mercantilización de la noticia que le quita a la información periodística toda su dignidad, y si algo le resta, esta desaparece en manos de periodistas que llegan al oficio, no por pasión, sino por cálculo político y deseo de enriquecimiento.

Muchos comunicadores llegan al periodismo como un recurso último después del fracaso para encontrar una carrera fácil o sea como fórmula para hacerse rico y famoso, y si alguno lo logra suele ser a costa de su conciencia o de sus deberes para con el lector.

La realidad creada por las grandes empresas es otra: la “proletarización” del periodista que, de ser líder de la sociedad, llegó a ser sobreviviente, es decir, alguien que desempeña el oficio para mal comer.

En esas condiciones el periodista cambió de bando y dejó de estar al servicio de sus lectores para estar bajo las órdenes de sus patrones, los empresarios.

El resultado, de acuerdo con Restrepo está a la vista: el mundo vive la emergencia de una información contaminada, pero no con la conciencia clara con que padece y protesta por la contaminación del aire o del agua.

Es un escándalo que el agua para beber tenga que ser embotellada y se está dando el caso del aire, que se vende purificado para uso individual; de la misma manera habría que pensar en los mecanismos de suministro de información descontaminada.

Pero la degradación de la información y del periodista no lo es todo, ya que al lector se le desconoce como receptor de información, pero cuenta a la hora del rating y de las cifras de circulación.

Hoy el lector es un producto que se vende a los dueños de los avisos y mientras la tecnología de las comunicaciones avanza y se perfecciona, la crisis de la información pública es cada vez más aguda.

Frente a esta situación, surge la figura del Ombudsman o Defensor del Lector, que debe llevar una función parecida a la del departamento de control de calidad en una fábrica, aunque ello no es toda su función.

Restrepo dijo en una reunión con este columnista que está bien que su presencia y su actividad al interior de un medio haga sentir a los lectores que alguien los representa y defiende sus derechos, pues se amplía así su función, pero resulta sospechosamente cercana a la de un relacionista público del diario, televisora o radio.

El Ombusman debe contribuir a cambiar la actitud con que se desplaza la arrogancia de los medios de comunicación, que de dueños exclusivos de la verdad, pasan a ser interlocutores en unos casos, mediadores casi siempre entre los distintos sectores de la sociedad.

Cuando ese cambio se da, anotó el escritor, el receptor de las informaciones deja de ser visto como un ente pasivo, porque de él siempre se espera y demanda un aporte.

En esa línea, el lector deja de ser alguien ajeno y se redescubre como parte de la comunidad que crea la palabra del medio de comunicación.

Es la actitud que el defensor aclimata y promueve cuando entiende y ejecuta su labor de representar al lector en la redacción; así comienza a mirarse el derecho a la información en el reconocimiento del sujeto de ese derecho.

Un defensor es más que un simple oidor de quejas, más que un inspector de calidad; supera en todo a un relacionista público preocupado de una imagen institucional y en nada se parece a un severo vigilante de la redacción.

El defensor defiende la credibilidad del periodista y por eso la estimula a fortalecerla y defenderla porque a mayor credibilidad del periodista, mayor credibilidad del medio y un medio con credibilidad les presta a sus lectores el máximo de los servicios: una información en la que puedan creer.

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