Pablo Salazar vs Cuarto Poder

Minifaldas
Arcadio Acevedo

Expreso Chiapas
jueves, 01 de marzo de 2007

1. Dedicatoria cordial.
A la buena fe, ex santa patrona de las humanas intenciones.

2. Colorida y accidentada cinta.
A lo largo de seis años, los chiapanecos pudimos presenciar -pagando muy caros los boletos- una película que hubiésemos deseado jamás sufrir. La cinta fue exhibida en pantalla gigante, sonido estéreo y subtítulos gigantescos. Hasta los ciegos y los sordos y los mudos, bilingües o monolingües, debieron padecerla. No había opción.
Esta megafarsa, con ribetes dramáticos desgraciadamente, fue protagonizada, ya se sabe hasta la saciedad (hasta la sociedad, hasta la suciedad), por dos sólidos ejemplos de soberbia y despotismo:
Pablo Salazar Mendiguchía, propietario de la franquicia chiapaneca durante seis años, y Conrado de la Cruz, fallecido recientemente, dueño de otro negocio boyante, Cuarto Poder, el diario de mayor circulación en el estado.

3. En periodismo, al contrario de la política, el fondo es pantaleta.
Mejor que las canciones del Juan Gabriel (antes del mameyazo), el Buki, Paguita la del Barro, los chiapanecos saben de memoria el origen de la disputa entre ambos, poco corteses y nada humildes personajes: miles de más (los que exigía Conrado), miles de menos (los que ofrecía Pablo).
Lo de la heroica defensa de la libertad de expresión, presuntamente llevada a cabo por Conrado; lo del martirio individual por la misma causa, fue un añadido posterior, ideado por los guionistas para llegar al corazón de los espectadores. Mercadotecnia pura.

4. Fallóle a Conrado y chingólo Pablo.
Antes de Pablo, uno de los más astutos, corruptos y ególatras gobernadores, el resto de ellos –más políticos o más pendejos- había terminado por bajar a beber agua del pozo profundo (Cuarto poder). O quizás sería mejor decir: había acabado por establecer una corrupta sociedad con el habilidoso empresario.
Conforme a la información difundida en su oportunidad, el día del cumpleaños de Conrado (2001), Pablo le habría formulado su última oferta. Ésta, distaba mucho de las pretensiones del editor. Ahí rompieron –nadie imaginaba que para siempre jamás- lanzas y banderas.

5. Calculo: yo soy cal y tú...
El empresario tenía la seguridad –las estadísticas lo confirmaban- que no aguantaría el novel gobernador el pesado fuego de las ocho columnas cotidianas. Piezas mayores, políticos más duros de desollar, habían doblado el pico en cuestión de meses. Y pagado los costos de la guerra.
Por otra parte, en los cálculos del mefistofélico soyalteco (cachalote con instintos carnívoros) el Cuarto dejaría de Poder en cuanto lo asaltara la nostalgia por el billete gordo a cambio de flacos, espiritifláuticos esfuerzos.
Y ese dinero, en cuyo nombre y por cuya consecución muchos empleados del rotativo fueron lanzados a la calle por el propietario, sin mediar razones válidas, ya no digamos la humana compasión, sólo lo dispensaba; lo dispendiaba papá gobierno.
Y... se acabó el espacio. Seguimos mañana dios mediante.