LO INÚTIL DE UN OFICIO INÚTIL

LO INÚTIL DE UN OFICIO INÚTIL

Luis Daniel Pulido

cineticomarginal@hotmail.com

Debe existir –existe, según me cuentan- el periodismo chiapaneco, el ultra, el que en su carácter social y racial no hace lectores pero sí mejora el rendimiento de los dineros del gobierno del estado para convertir las noticias en bonitas campañas publicitarias.

 En la administración propia de la información y el peregrinar de su oratoria provinciana, la libertad de expresión la desnudan los “liderazgos” que le hablan de “tú” al gobernador, los gremios organizadores y las filiaciones ideológicas, fundamentos propios de quienes confunden una sala de redacción con una sala de procuradores al servicio, en este caso, de quien les paga: su gobernador, el gran Mesías, el Juan Diego de los pobres, el chamula plus non ultra.

 Debe existir el periodismo chiapaneco, y debe existir como concepto de ideales comunes en pro de una sociedad participativa y crítica, no como una aglomeración de derechos particulares –muy particulares- para designar únicamente redentores y víctimas.

 Por ahí debe estar el periodismo chiapaneco, agazapado o traspapelado y no en los seis o siete pesos que pagas porque tu opinión se asemeje, mínimo, a la réplica de la señora Denisse Dresser. Por supuesto, no olvides los agregados propios del habla zoque, no sea te mienten la madre o te acusen de “chilangocentrista”, porque de lo que se trata no es de discutir los cálculos políticos que se esconden tras la noticia que, además de mal redactada, te la cobran, sino de comprometer tu nominación como lector “agudo y crítico” (Noticias, dixit)

 El periodismo chiapaneco, claustrofóbico por su pequeñez en la promoción y planeación de las ideas, denuncia sólo aquello que permita conservar la nómina gracias a los fondos públicos (vía Comunicación Social) que los exenta de impuestos hacendarios, al mismo tiempo que esconden la cabeza dentro de su modesta –muy modesta- participación histórica. 

Un periodismo fundamentalmente de ghettos y licencias, es un periodismo de relaciones sociales. Un periodismo que aspira a poco, sencillamente, se da en provecho de los cínicos y los cobardes.

 Debe existir el periodismo chiapaneco, tanto así que da atención particular a cientos de jóvenes universitarios, todos patriotas, intelectuales y admiradores del Che y el ska zapatista con sus múltiples colectivos “renacentistas”. 

Quizá. Pero mientras se asuman mensajeros y no reporteros, la aristocracia de huarache y manta como su antítesis, serán ejercicios que apestan y contaminan el de por sí enlodado oficio de periodista.

 Ni modo.