EL PERIODISMO EN CHIAPAS

Este es una bitácora exclusivamente para textos relacionados con la historia del periodismo en Chiapas. Para exhibir los aciertos y desaciertos, dislates, cosas chuscas y otros detalles que reflejen la idiosincrasia del periodismo chiapaneco. Tantas cosas y situaciones que veo y leo que no quiero que se pierdan en el tiempo, quiero documentarlo y compartirlo. Advierto que para nada pretendo congratularme u ofender a persona alguna.

viernes, agosto 01, 2008

SEXICLASIFICADOS

SEXICLASIFICADOS
Antonio Cruz Coutiño


México no lee. No lee su gente, los mexicanos, nosotros. Y Chiapas junto con las demás entidades atrasadas del país, le va aún peor. No leemos ni periódicos. Son excepcionales las escuelas primarias que cuentan con bibliotecas. Las páginas de los libros de texto, al finalizar los cursos, sirven como papel de envolver en las tiendas de la esquina. Se usan en vez de papel higiénico en la mayor parte de nuestros hogares. En cierta ocasión en alguna comunidad de Solosuchiapa vi libros debajo de la mesa del Comisariado Ejidal. Los libros servían para nivelar la cortedad de una de sus patas.

Campea el analfabetismo por estos rumbos. Nuestros padres y abuelos, recién fueron analfabetas o tipos con uno o dos años de primaria. La mayor parte de nosotros, incluidos los profesionistas, universitarios, funcionarios y políticos, somos analfabetas funcionales. Y a las pruebas remitiríamos con tan sólo escuchar una sesión de diputados. No leemos, no escribimos, y si lo intentamos, no sabemos cómo hacerlo. Nos equivocamos.

Nuestros profesores, los mentores de nuestros hijos, los profesores de primaria y secundaria, no enseñan a leer a los muchachos, y mucho menos a amar la lectura y los libros. Ellos mismos, la mayoría, estudiaron la carrera de maestros, no con la idea de saber y cultivar el conocimiento, sino como única opción para salir del rezago de sus familias. Nunca leyeron libros, sino exclusivamente las fotocopias de artículos y textos, que, cuando estudiaron la Normal, algún profesor relativamente exigente, les obligó a leer.

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Se deriva de ello que los diarios locales, los del sur-sureste del país, y algunos de circulación nacional, incluyen segmentos que intentan atraer el interés de los potenciales lectores locales, parroquiales o de barrio. Se observa y es correcto, cómo atienden el interés de sus lectores comunes u ocasionales: al comerciante del mercado y de la calle, al colectivero, al taxista, al intermediario, al policía, a la señora de su casa, a la prostituta honorable y no tanto, al ministro religioso, al conductor que siempre toma libramientos y bulevares, al ejecutivo y al funcionario de medio pelo, etcétera.

Es probable que sin conocerlo, o sin haberlo consultado nunca, los diarios provinciales, hacen lo que Earl Newsom y otros diaristas (The Newspaper: Prentice Hall, Englewood, 1981) sugirieron a la industria periodística gringa a principios de los ochenta: llegar al alma, al interés y al mundo cotidiano de los potenciales lectores de provincia. De ahí el despegue de algunos medios cuando han atendido cuestiones domésticas: de barrios, pueblos o ciudades; sus fiestas, tradiciones y verbenas; ceremonias y acontecimientos sociales; el estado que guardan los servicios y la infraestructura que afecta directamente al ciudadano.

La misma inspiración se observa en los diarios que deciden instalar en sus páginas ­—a falta de lectores asiduos e instruidos— observatorios públicos, buzones o espacios para la libre expresión de los lectores, obituarios o pequeñas secciones necrológicas, páginas para edictos y otros avisos de carácter legal, voluminosas secciones de nota roja, anuncios clasificados… sección esta última que ha sido exitosa en los diarios locales. Tan exitosa que por su vía ingresa una parte sustancial de los ingresos de los diarios más sólidos y viejos de Tuxtla y Tapachula. Por ella, entre otras razones, se salvaron de desaparecer durante la administración pasada, aunque su consulta, en muchos casos, es la única razón por la que se compra el periódico.

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En el mar de recuadros, minicarteles, fotos, emblemas y pequeñas letras —negritas, cursivas, itálicas y subrayadas—, encuentras de todo. Hasta lo que no buscas. Empleo, estudios, inmuebles, ofertantes de servicios, mascotas, electrónicos, consumibles, médicos, restaurantes, condones, antigüedades, cantinas, coches, servicios, y entre éstos, los más cotizados: los que anuncian putas, sexoservidoras, homosexuales y “chicos de placer”. Travestidos, gays y “chicas agradables y de amplio criterio”, como se lee ahí. “Señoritas de compañía”, “compañías agradables de nivel ejecutivo” y “bailarinas exóticas de 18 a 20 años”. Strippers, edecanes masculinos y “chicos atractivos y sin inhibiciones”. Masajes y masajistas, agencias de edecanes, salones de travestis y clínicas de masajes.

El segmento de sexoservicios que tengo aquí, por ejemplo, abarca tres páginas y media de la sección de clasificados, y una plana de las páginas de empleos. Ternura es en un extremo, lo que provoca leer el anuncio que intenta persuadir a quienes aún no se inician en el oficio: “Chicas… ¿Necesitas dinero? Ven. Ganancias diarias de $1000 a $1500. Absoluta discreción, ropa de boutique, celular y facilidad para trabajar en tu tiempo libre. Si lo requieres… te cambiamos de imagen y look. Hospedaje gratis. Único requisito: ser absolutamente una chica liberal y tener de 18 a 30 años”. Incluso hay un nombre, dirección y teléfonos para dar información.

En el otro extremo se encuentran textos e imágenes que ceban la lascivia y atraen al personal: nalgas y chichis exuberantes, tetas y carnes de exhibición; torsos, cinturas, caderas y ombligos. Llantas, pancitas, abdómenes y entrepiernas; bikinis, tops, sostenes, baby dolls y negligés. Calzones, pantis, calzoncitos, brasieres, corpiños y faldas escolares. Ligueros, minifaldas, hilos dentales y lencerías mil. Leo un aviso entre docenas: “Hola, soy Scarlett. Foto real. Tengo 18 años, soy estudiante de prepa, atractiva, sensual y complaciente. Hago tus fantasías realidad. Tengo otras amigas. Llámame las 24 horas. Una hora $600.00, dos horas $700.00, tres horas $800.00. Informes al 961 149 25 44”.

Se exhiben en todos los pesos, tallas y medidas. Flacas, esbeltas y gordas; rubias, morenas y güeras; trigueñas, negras y blancas. Nombres ficticios hay para escoger: Abril, Yuliet, Yáquelin y Franchesca. Michel, Ximena, Angy e Isis. Dílery, Yessy, Brisa y Roxana. Karol, Yaneth, Nikky, Naomi, Samantha y Gyssel. Yireth, Melissa, Dubraska e Iveth. Coral, Deniss, Mélany, Jeidy e Ingrid… Y sólo advierto: estoy apenas en la primera página.

cruzcoutino@gmail.com

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