Reaparece editor de diario La Voz del Sureste
El periodista Roberto Coello Trejo, editor del desaparecido diario La Voz del Sureste, ha vuelto a las andadas. Tras décadas inmerso en el periodismo no iba a quedarse callado por mucho tiempo. Esta vez ha reaparecido pero solo a través de su eterna columna Bitácora.
Sería bueno que nos explicara, las razones que motivaron al cierre de ese decano rotativo para poner fin así a las especulaciones o rumores.
Solo por esta ocasión, salvo que aborde temas del periodismo chiapaneco, les dejo acá su columna íntegra.
Salud.
Sería bueno que nos explicara, las razones que motivaron al cierre de ese decano rotativo para poner fin así a las especulaciones o rumores.
Solo por esta ocasión, salvo que aborde temas del periodismo chiapaneco, les dejo acá su columna íntegra.
Salud.
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Subject: Comentarios de Roberto Coello
Date: Mon, 10 Sep 2007 14:03:19 -0400
Amigos lectores:
La Voz del Sureste no ha desaparecido. A partir de este fecha cada lunes encontrarán en su correo y haciendo uso de la Libertad de Expresión que nos garantiza nuestra Constitución y el gobierno que preside Juan Sabines, comentarios relacionados a la realidad política, económica y social de nuestra entidad.
Si lo consideran de su agrado y apegado a la realidad que estamos confrontando, mucho les agradeceré lo reenvíen a sus amigos.
Roberto Coello Trejo
BITÁCORA
Chiapas y su Verdad Política
Cierto; Juan fue electo por el pueblo
Roberto Coello Trejo
Cierto; Juan fue electo por el pueblo
Roberto Coello Trejo
A nadie le queda la menor duda que en las elecciones del pasado octubre, cuando los chiapanecos acudieron a las urnas para elegir al que habrá de gobernarnos hasta el 2012, se inclinó— por Juan Sabines Guerrero que aunque pírricamente, ya que cinco mil votos no son para hacer las grandes cuentas y menos para sentirse legitimizado, se alzó con el triunfo. De eso no hay duda. pírrico pero al fin triunfo que fue validado por los tribunales electorales mismos que después de revisar urnas, recontar sufragios y cuanta cosa, determinaron que el joven Sabines Guerrero había vencido a su rival José Antonio Aguilar Bodegas, quien, se dijo desde el inicio de la contienda, en el pecado llevaría la penitencia.
Hoy y ante una serie de elucubraciones palaciegas y defenestradores mercantilistas, chico favor le quieren hacer al defenestrado ex gobernador Salazar Mendiguchía, al que pretenden endosar el que anda pregonando aquí’, allá y acullá que él hizo gobernador a Sabines Guerrero. Se ve que unos son ”bisoños`` y otros “chayoteros`` los que tratan de llevar agua a sus molinos y meter a la sociedad chiapaneca a una dinámica en la que afloran las dudas, se festinan revanchismos y se pretenden cobrar facturas.
Una cosa muy diferente fue apoyar el llamado en su momento “Plan B” que favorecía al aún alcalde capitalino, cuando el proyecto por que el que se trabajaba se desplomó— ante las condiciones que planteó Andrés Manuel López Obrador para otorgar el visto bueno al que en alianza los chiapanecos, que habían sacado al PRI del poder, apoyaban y venían como el aspirante aliancista natural. El tabasqueño, conociendo a su enemigo jurado estaba más que seguro que jamás, como sucedió—, doblaría las manos intercediendo por el que se estaba perfilando incluso, con el visto bueno del “peje” que ya se encontraba en plena campaña bajo las siglas de la coalición que formalizarían el PRD, PT y Convergencia.
Frente a este escenario se debatía una fuerte lucha al interior del Revolucionario Institucional que logró, mediante argucias, mentiras, traiciones y enfrentamientos estériles, imponer a la vieja usanza y pasándose por el arco del triunfo la convocatoria, a José Antonio Aguilar Bodegas como su candidato a la gubernatura. En el pecado llevó la penitencia. Pensaron ilusamente que con los enviados del centro procedentes de Oaxaca, Tamaulipas, Estado de México, etc. con las “pacas” de billetes y las amenazas de expulsar a los indisciplinados, la militancia priista acataría la imposición y brindarían su apoyo al político tapachulteco y llevarlo con su voto al poder.
Les fallaron los cálculos. Jamás se imaginaron que uno de los aspirantes, con o sin derecho, estaba decidido a derribar la imposición y el autoritarismo priista. Albores Guillén, mientras Sabines Guerrero observaba dejándose incluso querer y Orantes amenazaba, le daba vida a su proyecto Fuerza Progresista. Priistas que estaban prestos a no permitir más imposiciones. El Plan “B” caminaba sólo y por inercia así elucubraban sobre contubernios malévolos y fantasiosos; plan que si se hubiese planeado pueden jurar no hubiere fructificado como salió. Albores, con o sin haberlo premeditado, porque obviamente estaba trabajando para su causa, fue quien dividió al priismo; fue el que le restó a José Antonio esos cinco mil votos que fueron la diferencia a la hora del escrutinio que favoreció al hoy gobernador Sabines Guerrero que, debe decirse sin ambages de ninguna naturaleza, entró como candidato de la coalición cuando Pablo se negó, en forma rotunda, a doblegarse a los intereses de Andrés Manuel López Obrador.
Claro que Juan Sabines fue electo por el pueblo, como también fue claro, y contundente que para alcanzar el triunfo en las urnas, Sabines Guerrero recibió del gobierno que en esos momentos conducía los hilos de los chiapanecos un apoyo inusitado en todos los ordenes, y naturalmente cuestión indiscutible, la labor de convencimiento que realizó Albores y sus más allegados dentro de la estructura del ente por él creado, como lo constituyó en su momento Fuerza Democrática entre el priismo chiapaneco, para que emitieran su voto a favor no del PRD ni del PT, sino de Sabines Guerrero.
Ciertamente el pueblo, con su enorme dosis de abstencionismo, eligió a Sabines Guerrero gracias a la soberbia y a la intransigencia de la cúpula del priismo que en esos momentos estaban comprometidos con José Antonio, aunque quizá, tal vez, quién sabe, si el priismo hubiese respetado la convocatoria y se hubiesen hecho las cosas dentro de los cánones de la legalidad, en estos momentos el PRI fuera legalmente gobierno quizá con otro o con el mismo actor a la cabeza.
Aquí cabría preguntarse qué papel, de los que participaron en el juego, fue más trascendente. Es cuestión de enfoques.
Les fallaron los cálculos. Jamás se imaginaron que uno de los aspirantes, con o sin derecho, estaba decidido a derribar la imposición y el autoritarismo priista. Albores Guillén, mientras Sabines Guerrero observaba dejándose incluso querer y Orantes amenazaba, le daba vida a su proyecto Fuerza Progresista. Priistas que estaban prestos a no permitir más imposiciones. El Plan “B” caminaba sólo y por inercia así elucubraban sobre contubernios malévolos y fantasiosos; plan que si se hubiese planeado pueden jurar no hubiere fructificado como salió. Albores, con o sin haberlo premeditado, porque obviamente estaba trabajando para su causa, fue quien dividió al priismo; fue el que le restó a José Antonio esos cinco mil votos que fueron la diferencia a la hora del escrutinio que favoreció al hoy gobernador Sabines Guerrero que, debe decirse sin ambages de ninguna naturaleza, entró como candidato de la coalición cuando Pablo se negó, en forma rotunda, a doblegarse a los intereses de Andrés Manuel López Obrador.
Claro que Juan Sabines fue electo por el pueblo, como también fue claro, y contundente que para alcanzar el triunfo en las urnas, Sabines Guerrero recibió del gobierno que en esos momentos conducía los hilos de los chiapanecos un apoyo inusitado en todos los ordenes, y naturalmente cuestión indiscutible, la labor de convencimiento que realizó Albores y sus más allegados dentro de la estructura del ente por él creado, como lo constituyó en su momento Fuerza Democrática entre el priismo chiapaneco, para que emitieran su voto a favor no del PRD ni del PT, sino de Sabines Guerrero.
Ciertamente el pueblo, con su enorme dosis de abstencionismo, eligió a Sabines Guerrero gracias a la soberbia y a la intransigencia de la cúpula del priismo que en esos momentos estaban comprometidos con José Antonio, aunque quizá, tal vez, quién sabe, si el priismo hubiese respetado la convocatoria y se hubiesen hecho las cosas dentro de los cánones de la legalidad, en estos momentos el PRI fuera legalmente gobierno quizá con otro o con el mismo actor a la cabeza.
Aquí cabría preguntarse qué papel, de los que participaron en el juego, fue más trascendente. Es cuestión de enfoques.
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