LA RUTA DEL PERIODISMO
Periodismo Contemporáneo en Chiapas, de Sarelly Martínez, habla de la relación prensa y poder.
Abenamar Sánchez
Cuarto Poder
12 de marzo del 2007
Cuarto Poder
12 de marzo del 2007
Los derroteros de la relación prensa-poder en el estado. Eso es lo que cuenta la obra Periodismo Contemporáneo en Chiapas, del académico e investigador Sarelly Martínez Mendoza, recién publicada por la Fundación Manuel Buendía y la asociación política nacional A Favor de México.
Sus páginas se traducen a un paseo por el ejercicio del periodismo durante cuatro décadas marcadas por los gobiernos de Samuel León Brindis, José Castillo Tielemans, Jorge de la Vega, Salomón González Blanco, Juan Sabines, Absalón Castellanos, Patrocinio González Garrido y Elmar Setzer Marseille, y por los viejos vicios entre los que -aunque en un proceso lento- se abre paso el periodismo entendido como función social.
Los hechos relatados en el libro traen a la memoria una máxima del recién fallecido maestro Riszard Kapiscinski: Los cínicos no sirven para este oficio. Kapu, considerado el mejor reportero del mundo, decía que el periodista, como servidor social, no puede estar ajeno a todo aquello que padece el pueblo. Desde esta lectura, Periodismo Contemporáneo en Chiapas es una oportunidad para recorrer la historia de una relación perversa prensa-poder y, en el caso de los reporteros, corroborar que periodismo se puede hacer cuando se quiere, sobre todo en un nuevo escenario marcado por la irrupción del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) en 1994.
Salvo los esfuerzos honrosos de algunos periodistas desde el gobierno de Samuel León Brindis hasta Salomón González Blanco, es durante los últimos gobiernos citados en el libro cuando se hace fuerte la presencia de profesionales y profesionistas -incluida la participación de mujeres- que pretenden cambios fuertes en el ejercicio del periodismo en Chiapas. Pero es también en algunas de las últimas administraciones en que los gobernantes utilizaban el erario como recurso propio. Uno de ellos hacía gala de su frase "la corrupción somos todos". El nuevo libro del académico de la Universidad Autónoma de Chiapas (Unach), continuación de La Prensa Maniatada. El periodismo en Chiapas de 1827 a 1958, recoge y documenta anécdotas que quedan en la historia del periodismo.
Generalmente, así lo muestra la investigación de Mendoza Martínez, ha prevalecido una insana relación entre prensa y poder. Una anécdota relacionada con la sugerencia de crear un medio impreso oficial: cuando un político hizo el planteamiento, más tardó en proponer que en escuchar la respuesta tajante del gobernador en turno: para qué queremos otro periódico, si casi todos los que hay son del gobierno. En el libro se menciona otro caso que informa sobre el desconocimiento de un gobernador sobre el papel que estaban jugando los medios durante su mandato.
En una ocasión, un gobernador se mostró preocupado porque todos los días los periódicos y los medios le daban la nota principal hasta con informaciones no muy trascendentes. Le preocupaba, dijo a su colaborador cercano, que cuando el gobierno diera a conocer una información de "magnitud" el lector ya no le tomara tanta importancia. Lo que no sabía el mandatario es que algunos medios, si no es que la mayoría, sólo editaban determinada cantidad de ejemplares que eran entregados a determinados grupos políticos.
Pero ahora, lo ha dicho Sarelly Martínez Mendoza, doctor en Comunicación, el ejercicio del periodismo en Chiapas registra un avance sustancial. Hay profesionales y profesionistas ejerciendo el oficio. Las empresas o los medios informativos están abiertos a la publicidad comercial, y ya se trabajan más los géneros periodísticos. Hay mayor apertura hacia el pueblo, hacia las clases que antes sólo alcanzaban sus cinco minutos de fama en situaciones embarazosas. Antes, según la obra, parecía que un ciudadano común sólo tenía derecho a salir cuando se moría en algún accidente o se le relacionaba con algún delito.
Los avances que hoy registran los medios en el ejercicio del periodismo es el claro reflejo de que no todo era una relación perversa. Durante esos años, hubo periodistas que siempre creyeron en la casi utópica función social del oficio y empujaron esos cambios que se consolidaron más con la irrupción del EZLN que propició la llegada de no pocos profesionales del periodismo de varios estados y países, y metieron en una nueva dinámica a los diarios locales. Hoy los diarios, los de mayor impacto en el estado, están empujando el plan de integrar al ciudadano común, con la modalidad de denuncia ciudadana, como parte del proyecto periodístico.
Más que una referencia histórica, Periodismo Contemporáneo en Chiapas es una obra que invita a reflexionar sobre el ejercicio del oficio en el estado. El periodista, dice Riszard Kapuscinski, debe aplicar los cinco sentidos en su función social: estar, ver, oír, compartir y pensar. Y Gabriel García Márquez dice: la ética no es una condición ocasional, sino que debe acompañar siempre al periodismo como el zumbido al moscardón. La ética y la práctica van de la mano en este oficio. Lo alentador ahora, dice Sarelly, es que hay nuevos valores y se está haciendo periodismo.
Sus páginas se traducen a un paseo por el ejercicio del periodismo durante cuatro décadas marcadas por los gobiernos de Samuel León Brindis, José Castillo Tielemans, Jorge de la Vega, Salomón González Blanco, Juan Sabines, Absalón Castellanos, Patrocinio González Garrido y Elmar Setzer Marseille, y por los viejos vicios entre los que -aunque en un proceso lento- se abre paso el periodismo entendido como función social.
Los hechos relatados en el libro traen a la memoria una máxima del recién fallecido maestro Riszard Kapiscinski: Los cínicos no sirven para este oficio. Kapu, considerado el mejor reportero del mundo, decía que el periodista, como servidor social, no puede estar ajeno a todo aquello que padece el pueblo. Desde esta lectura, Periodismo Contemporáneo en Chiapas es una oportunidad para recorrer la historia de una relación perversa prensa-poder y, en el caso de los reporteros, corroborar que periodismo se puede hacer cuando se quiere, sobre todo en un nuevo escenario marcado por la irrupción del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) en 1994.
Salvo los esfuerzos honrosos de algunos periodistas desde el gobierno de Samuel León Brindis hasta Salomón González Blanco, es durante los últimos gobiernos citados en el libro cuando se hace fuerte la presencia de profesionales y profesionistas -incluida la participación de mujeres- que pretenden cambios fuertes en el ejercicio del periodismo en Chiapas. Pero es también en algunas de las últimas administraciones en que los gobernantes utilizaban el erario como recurso propio. Uno de ellos hacía gala de su frase "la corrupción somos todos". El nuevo libro del académico de la Universidad Autónoma de Chiapas (Unach), continuación de La Prensa Maniatada. El periodismo en Chiapas de 1827 a 1958, recoge y documenta anécdotas que quedan en la historia del periodismo.
Generalmente, así lo muestra la investigación de Mendoza Martínez, ha prevalecido una insana relación entre prensa y poder. Una anécdota relacionada con la sugerencia de crear un medio impreso oficial: cuando un político hizo el planteamiento, más tardó en proponer que en escuchar la respuesta tajante del gobernador en turno: para qué queremos otro periódico, si casi todos los que hay son del gobierno. En el libro se menciona otro caso que informa sobre el desconocimiento de un gobernador sobre el papel que estaban jugando los medios durante su mandato.
En una ocasión, un gobernador se mostró preocupado porque todos los días los periódicos y los medios le daban la nota principal hasta con informaciones no muy trascendentes. Le preocupaba, dijo a su colaborador cercano, que cuando el gobierno diera a conocer una información de "magnitud" el lector ya no le tomara tanta importancia. Lo que no sabía el mandatario es que algunos medios, si no es que la mayoría, sólo editaban determinada cantidad de ejemplares que eran entregados a determinados grupos políticos.
Pero ahora, lo ha dicho Sarelly Martínez Mendoza, doctor en Comunicación, el ejercicio del periodismo en Chiapas registra un avance sustancial. Hay profesionales y profesionistas ejerciendo el oficio. Las empresas o los medios informativos están abiertos a la publicidad comercial, y ya se trabajan más los géneros periodísticos. Hay mayor apertura hacia el pueblo, hacia las clases que antes sólo alcanzaban sus cinco minutos de fama en situaciones embarazosas. Antes, según la obra, parecía que un ciudadano común sólo tenía derecho a salir cuando se moría en algún accidente o se le relacionaba con algún delito.
Los avances que hoy registran los medios en el ejercicio del periodismo es el claro reflejo de que no todo era una relación perversa. Durante esos años, hubo periodistas que siempre creyeron en la casi utópica función social del oficio y empujaron esos cambios que se consolidaron más con la irrupción del EZLN que propició la llegada de no pocos profesionales del periodismo de varios estados y países, y metieron en una nueva dinámica a los diarios locales. Hoy los diarios, los de mayor impacto en el estado, están empujando el plan de integrar al ciudadano común, con la modalidad de denuncia ciudadana, como parte del proyecto periodístico.
Más que una referencia histórica, Periodismo Contemporáneo en Chiapas es una obra que invita a reflexionar sobre el ejercicio del oficio en el estado. El periodista, dice Riszard Kapuscinski, debe aplicar los cinco sentidos en su función social: estar, ver, oír, compartir y pensar. Y Gabriel García Márquez dice: la ética no es una condición ocasional, sino que debe acompañar siempre al periodismo como el zumbido al moscardón. La ética y la práctica van de la mano en este oficio. Lo alentador ahora, dice Sarelly, es que hay nuevos valores y se está haciendo periodismo.
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