Que a Chuchita la bolsearon...
4. Hay que saber menearse, cuando no hay opción.
Hay medios que aceptan su circunstancia y asumen las salpicaduras inherentes al trato con el poder, de manera convenientemente resignada y discreta. Corresponden a los bienes oficiales recibidos callando ante los desaciertos del gobierno, si éstos no son descomunales ni incurren en la categoría de pecados de lesa humanidad.
Pero hay otros que, a cambio de jugosos convenios económicos, se publicitan estentóreamente como paladines y guardianes celosos de la libertad de expresión. Al igual que ciertos generales de banqueta, a través de componendas turbias con las cúpulas empresariales, políticas y gremiales, se llenan la solapa de medallas al mérito. Hay que cotizarse.
Enseguida, aun sin mediar exigencia de parte interesada, se convierten -motu proprio)- en pastores del rebaño mediático; en cazadores y verdugos de aquellos colegas que no quisieron o que no fueron invitados a echarse a la poza.
Finalmente, no se conforman con cerrar el pico ante los tropezones y abusos del gobierno, no. Pretenden convencer a sus lectores, a sus oidores, a ellos mismos quizás, que el empecinado gris que nos cubre todos los días, es en realidad rosa brillante. Que sólo papá gobierno sabe lo que nos conviene. Que los cotidianos trompicones y erratas de nuestros gobernantes son parte de la estrategia para destantear al enemigo.
Que a Chuchita la bolsearon...
Extracto de la columna Minifalda de Arcadio Acevedo.
Publicada en el Expreso Chiapas el 01 de mayo del 2007.
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