EL PERIODISMO EN CHIAPAS

Este es una bitácora exclusivamente para textos relacionados con la historia del periodismo en Chiapas. Para exhibir los aciertos y desaciertos, dislates, cosas chuscas y otros detalles que reflejen la idiosincrasia del periodismo chiapaneco. Tantas cosas y situaciones que veo y leo que no quiero que se pierdan en el tiempo, quiero documentarlo y compartirlo. Advierto que para nada pretendo congratularme u ofender a persona alguna.

viernes, marzo 16, 2007

Periodismo y Derechos Humanos... una experiencia personal

-Concepción Villafuerte-
Tomado del Blog
Texto Leído en el marco del Foro Periodismo y Derechos Humanos “Amado Avendaño Figueroa”, realizado el 14 de marzo del 2007 en la sede de la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal.


Quiero ubicarme desde el lugar de donde vengo, el estado de Chiapas, es el medio que conozco y del que puedo hablar.



Chiapas es el paraíso terrenal, de no ser porque padecemos el infierno de los gobiernos corruptos, prepotentes, ignorantes y con muchos otros calificativos.



En Chiapas conocimos el significado de las palabras Derechos Humanos hasta 1988, más de 40 años después de la Declaración de la ONU.



No sabíamos que pudiera existir la defensa de los Derechos Humanos y menos la prevención para evitar las múltiples violaciones que a diario se cometen.



La ignorancia sobre el significado de los Derechos Humanos, es una de las principales violaciones que prevalece. El hecho que los gobiernos propicien esa ignorancia, que no proporcionen los medios, la información y la cultura sobre los derechos humanos, es una acción deliberada para que los habitantes de este país no los reclamen.



Pero además de que no facilitan ese conocimiento, obstruyen las acciones civiles que promueven la educación y la defensa de los derechos humanos, esa es otra violación. Y es que, como saben que ellos son los únicos responsables de las violaciones, es evidente que traten de impedirlo.



Volviendo a Chiapas, fue en 1988 cuando a iniciativa de don Samuel Ruiz García, obispo de la diócesis, se convocó a un grupo de personas para formar un centro de derechos humanos, que a decir verdad, en esa época, los que participamos, sabíamos poco o nada sobre el tema. No teníamos ni la remota idea de lo peligroso que sería ponerse el membrete de “defensor” de derechos humanos en aquel ambiente tan peligroso.



Así pues, previas reuniones de organización y capacitación, iniciamos la militancia con la ingenuidad que es característica de la ignorancia. Es claro que teníamos a un super protector, la calidad moral de don Samuel era indiscutible y aunque todos los participantes éramos civiles, la comunicación que el tatic tenía con la corte celestial nos daba valor y nos lanzamos a la guerra sin fusil.



En un pequeño local de la casa episcopal un 19 de marzo de 1989 inició actividades el centro de derechos humanos Fray Bartolomé de Las Casas, fue como abrir un negocio donde se regala la mercancía, la clientela no se hizo esperar y llovían casos de toda índole, individuales y colectivos. Para ese entonces, el periódico que editábamos ya había sido bautizado por la represión, el 26 de julio de 1980, amaneció nuestro domicilio perforado por cientos de postas disparadas por cuatro escopetas calibre 16, que destrozaron la fachada de la casa y averiaron dos coches del estacionamiento, iniciaba su interinato el gobernador Juan Sabines. Lo extraño del suceso es que no sabíamos por qué de la agresión, nuestro pequeño periódico apenas si publicaba noticias locales y la mayoría sobre eventos de la sociedad coleta, después supimos que la agresión fue porque otro periódico había publicado algo sobre un funcionario talamontes y supuso este político agresor que nosotros habíamos enviado la información. Después de ese desagradable acontecimiento, no nos quedo ninguna duda que, hacer periodismo en aquel ambiente era peligroso, pero continuamos.



La creación del CDHFBLC, coincidió con el inicio del gobierno de Patrocinio González Garrido, uno de los más terroríficos gobernantes que ha habido en Chiapas. En aquellas fechas, ya había transcurrido seis años de constante represión del general Absalón Castellanos, que lo hicieron gobernador porque había sido el comandante de zona militar durante el gobierno de Juan Sabines y que tuvo mucho que ver con la matanza de Wolonchán, ese fue un crimen que quedó en la total impunidad.



Así fue que nos fuimos acostumbrando a publicar diariamente actos de represión, era evidente que nuestro periódico era muy pequeño, pero era el único que publicaba notas que el gobierno no podía controlar, además el trabajo que realizábamos en el Centro de Derechos Humanos, nos proporcionaba suficiente material para publicar.



Son muchas las formas de represión tanto para periodistas como para defensores de derechos humanos, van desde las simples amenazas verbales hasta el asesinato. En aquel Centro de derechos humanos que creamos, hubo de todo, el gobernador se atrevió hasta a encarcelar a un sacerdote, se hizo toda una movilización, aparte de la defensa legal, el clima de hostigamiento era demasiado.



De pronto, el 4 de enero de 1993, nos amanecimos con la noticia que el gobernador de Chiapas ya no estaba, en su lugar había un sustituto. Vaya dijimos, al fin se fue, pero todos coincidimos en que, Patrocinio González había violado la ley de gravedad, había caído para arriba, Salinas lo nombró Secretario de Gobernación, tal vez era el premio por haber “pacificado” al estado de Chiapas con sus técnicas terroríficas. Efectivamente, en 1993 ya no habían líderes, ni magisteriales, ni campesinos, ni luchadores sociales, quedaban algunos periodistas silenciados, otros en el exilio, y los que tuvieron menos suerte, en la tumba.



Durante el sexenio del general Absalón Castellanos, las detenciones eran masivas, brutales, cientos de campesinos fueron a la cárcel, cada vez batía su propio record, arrasaban comunidades enteras, en cambio con Patrocinio, la represión fue selectiva, puso especial empeño en escoger a los líderes o asesores, inventó leyes totalmente represivas, que se aplicaban a modo para que cualquier detenido resultara culpable. Todavía existe la “ley de sentencia suspendida” o “ley de proceso suspendido”, porque todo era bajo “el imperio de la ley”, se atrevió a decretar que los derechos humanos tenían que estar sujetos a la ley, obviamente la que él inventaba.



En 1993, con el gobierno sustituto, hubo una especie de relajamiento para todos los que sobrevivimos a ese “imperio de la ley”, pero la desconfianza no dejaba tranquilo a nadie. El 2 de febrero de ese año, la curia diocesana decidió cerrar el Centro de Derechos Humanos, no hubo ninguna explicación, sorpresivamente se nos comunicó tal decisión y entregamos las instalaciones a la “comisión” que enviaron para despedirnos. Jamás se nos ocurrió pensar que, los aguerridos “defensores” de los derechos humanos que nos enfrentábamos a los violadores con la única arma de la palabra, quedáramos de la noche a la mañana en la calle, sin la protección del tatic Samuel. Y nos preguntábamos ¿qué iba a pasar con los más de 300 casos que se ventilaban en el centro? No hubo respuesta, como gusanitos cuando los echan con dos palitos a la calle, así salimos de la curia. Nunca recibimos ninguna explicación, a pesar que nunca recibimos un solo peso de remuneración, el trabajo era totalmente gratuito.



Al salir por la puerta principal del curato, como si no hubiera sido suficiente nuestro despido, la frustración de dejar tantos casos pendientes, que en su mayoría eran jurídicos, porque se daba la defensa jurídica, se enfrentaban los juicios; con esa sensación de coraje o tristeza, encontramos a un compañero periodista que nos dijo: acaban de asesinar a Roberto Mancilla, un periodista que estaba siguiendo los casos de por lo menos una veintena de homosexuales que habían sido asesinados durante ese período de gobierno.



Hay veces que a los periodistas no los matan por lo que publican, sino por lo que suponen que saben que van a publicar y ese fue el caso de Mancilla, estaba haciendo investigaciones sobre la muerte de los homosexuales, que también quedaron en la total impunidad.



La lista de una decena de periodistas muertos durante el sexenio de Patrocinio González la están reviviendo, quién sabe cuáles son las intenciones del fiscal que dice van a continuar investigando esos crímenes, es evidente que el delito ya prescribió después de 17 años.



Pues estábamos en esa confusión de periodistas muertos, líderes encarcelados, que la clientela que dejamos pendiente por el cierre del CDHFBLC nos buscaba en la casa para que continuáramos con su caso, cuando surgió el primer indicio de la rebelión zapatista, aunque nadie dijo que eso era.



En una comunidad cercana a la ciudad, habían desaparecido dos militares, pero también desaparecieron los habitantes de la comunidad. Se hizo un gran escándalo, el ejército acusaba a los indígenas de haberlos secuestrado y asesinado, pero, como todos desaparecieron, no quedaron huellas. Obviamente todo ese escándalo fue publicado ampliamente.



En mayo de ese mismo año, se dio un enfrentamiento entre el EZLN y militares, éstos descubrieron un campo de entrenamiento, intentaron atrapar a los rebeldes pero lograron escapar. En este caso lograron controlar a la prensa, únicamente dos periódicos publicamos el suceso, La Jornada, El Financiero y Tiempo. Esto valió para que la Secretaría de gobernación hiciera una amplia aclaración, argumentando que no era cierto lo ocurrido, pero además, casi simultáneo fue el asesinato del Cardenal Posadas y la atención periodística se centró en el escándalo.



Ese año dejamos de padecer la represión del gobierno chiapaneco porque quien sustituyó a Patrocinio no tenía ni la menor idea dónde estaba sentado, todas las determinaciones se tomaban desde la secretaría de gobernación.



Entre la aparente tranquilidad y los raros acontecimientos había un clima de incertidumbre, era evidente que el gobierno sabía lo que estaba ocurriendo pero había menospreciado la organización indígena.



Llegó el 1 de enero de 1994, se nos acabó la vida. Todas las violaciones a los derechos humanos se cometieron en sólo 12 días. La ocupación militar, la suspensión de facto de las garantías individuales los allanamientos a las comunidades indígenas, las detenciones, interrogatorios, torturas y hasta desapariciones forzadas, todo, absolutamente todo quedó en la impunidad. Después de 1994, es otra historia.



La conclusión es que, sin querer, queriendo, nos involucramos en la defensa de los derechos humanos, mezclando la denuncia periodística, la defensoría jurídica y la participación en personal.



Es un mal consejo, pero en la realidad no se lo recomendamos a nadie, ni les deseamos que padezcan un solo momento desagradable por los que pasamos en aquella época. No ha cambiado la situación, pero ahora ya no lo sufrimos, simplemente lo enfrentamos.

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