Periodismo y Poder

TUBO DE ENSAYO

René Delios

http://www.expresochiapas.com/

Jueves, 10 de Julio de 2008 04:41

*Preámbulo

Cierto es que en la aldea los políticos no tienen un particular aprecio por los periodistas y por la prensa, menos han valorado el lento desarrollo de ésta pese a que es imperante y, en esto, no nos referimos precisamente a nuevas rotativas o cómputo, sino al profesionalismo. El máximo ejemplo de ese desdén ha sido Pablo Salazar y la mayoría de los legisladores de la LXI que aprobaron de corazón, esa vaina de la ley mordaza, a lo mejor hartos de ser extorsionados o exhibidos a la mala so pretexto de “hacer valer” la libertad de expresión. Una libertad que ciertamente ha caído en abusos, excesos, chantajes, degradándose.
La izquierda “natural” y la centro izquierda actual también tienen razones de tiempo para cuestionar el trabajo periodístico de los medios chiapanecos, pues fueron objeto de censura por años y sus militantes no pierden ocasión cuando en masa durante las marchas llaman a la prensa ¡Vendida!
Los priístas, en cambio, con mayor oficio de gobierno, no dicen nada público, pero desdeñan las demandas de los periodistas y en su caso prefieren establecer relación con los dueños de los medios.
El cuestionamiento a la prensa se da por sus silencios, aunque nadie tiene porqué aplaudirle sus denuncias: es su trabajo.
Pero a partir de 2000, la cosa tomó otro rumbo: un gobernador obstinado en la idea de que la prensa era perversa, llevó sus posturas hasta el congreso local mismo, a dónde impuso “por unanimidad” una ley retrógrada que fue un fenómeno en el concierto Latinoamericano por intimidatoria; la calidad en los contenidos periodísticos, no iba a crecer en Chiapas a base de castigos corporales.
Cierto es que tampoco la prensa cuestiona la calidad de su desempeño. El periodismo laif abunda o se anega en páginas más preocupadas en el diseño que por el contenido, bastante pobre por cierto, ante el nuevo vasallaje voluntario de muchos líderes de opinión, compadre.
Hasta leo y escucho alabanzas propias que suenan a vituperio; alabanzas que por supuesto no comparten lectores y escuchas o televidentes ante la evidente falta de calidad y desde luego, volumen en los contenidos. Son meras poses que se magnifican hasta en reconocimientos por parte de los propios periodistas a periodistas, cosa que ya no debería ser. Este tipo de temas de siempre causan escozor. Por otro lado irritan dentro, pero no suben el lenguaje salvo descalificativos a destajo contra quienes exponen tal necesidad. En otras entidades donde hay una verdadera presencia de la iniciativa privada e industria de la transformación, los medios impresos no dependen del gobierno como ha sucedido de siempre en Chiapas. La iniciativa privada consume mucha publicidad; el gobierno es una fuente más, no la principal.
En la zona norte, por ejemplo, el periodismo en un momento dado ya no dependió del binomio PRI-Gobierno –que ya ni se menciona-; creció al lado de otro estilo político: el de los empresarios del PAN. Así, rotativas inmensas como la de El Norte de Monterrey, fueron traídas al país con un costo de casi treinta millones de pesos y su periodismo se observa hoy ya en el ámbito nacional con una su filial: El Reforma.
Es pues que la condición del tiraje/venta de publicidad y ejemplares permite que los diarios en México no sean condicionados por los “convenios” con el gobierno, y ni sean víctimas de la censura desde las oficinas de comunicación social, alarmadas porque “sienten” que las políticas de “el ciudadano” gobernador se ven demasiado cuestionadas por un periodista: abundan los casos de periodistas despedidos por exponer lo que acontece.
Pero nunca hemos visto censurado a un político por practicar la demagogia: tenemos una larga lista –histórica incluso- de expertos. Por eso no me sorprende ese rechazo priísta a la nueva ley electoral, pues en una de sus partes medulares en torno a la Contraloría de la Legalidad Electoral, se incluye que ésta se iba a hacer cargo de castigar la demagogia, denuestos, descalificativos y excesos de los candidatos a personas o entidades públicas –obvio publicado o emitido en algún medio-, en el entendido de que hay cauces legales para presentar todo tipo de inconformidad. La ley de referencia es de vanguardia, y no fue concebida en mala lid; pero al parecer a los priístas les sigue fascinando la impunidad.
Envío
¡Larráinzar; cumplimiento y paz!