El resurgir de Tiempo

El fin es el medio

El resurgir de Tiempo

Sarelly Martínez Mendoza
Noticias de Chiapas, 6 de febrero de 2008

Cuando me enteré de que había desaparecido Tiempo, el periódico épico de Amado Avendaño lo lamenté profundamente. Encerraba una historia que sólo podía ser contada en sus miles de ediciones iniciadas el 6 de febrero de 1968.

Y es justamente hoy, 40 años después de su nacimiento, cuando circula nuevamente.

Amado Avendaño Villafuerte se lanza a esta aventura con la mejor herencia que pudo dejarle su padre: un periódico rebelde, hijo de la dignidad, la pasión y la alegría.

En una ocasión, cuando todo en Chiapas era repartir dinero a cuanto presunto periodista se apareciera por las oficinas gubernamentales, un secretario de gobierno colocó en la guayabera blanca de Amado Avendaño dos billetes de a 500 pesos. Por pena, el periodista y abogado de los pobres no pudo devolverle el dinero, pero al día siguiente apareció una plana en Tiempo donde se mencionaba al funcionario y su actitud de subasta barata de trabajadores de la pluma.

Los mil pesos, agregaba el director, habían ido a parar al asilo de ancianos de San Cristóbal de Las Casas.

No es raro que por esta actitud despreocupada, casi de valemadrismo por la casta política y sus cotizaciones monetarias, le haya surgido a Amado una fila, nada raquítica, de enemigos corruptos con toda justicia ganados, que le ametrallaron su casa en agosto de 1980.

Con esa actitud no se buscaba quizá asesinarlo, pero sí amedrentarlo de tocar temas prohibidos como el delicado conflicto indígena y la deforestación de la selva lacandona que se empezaba a vivir. Jorge Martínez Rosillo, un protegido del gobernador Absalon Castellanos Domínguez, sería un personaje cotidiano de sus páginas por el destrozo implacable y sistemático realizado en nuestras reservas.

Sabido es que el día de la Libertad de Expresión era –y todavía es– un acto de cinismo descarado donde los mandatarios se autocomplacen de juntar en la mesa a sus periodistas-empleados. Se lanzan ramos de palabras, se elogia “la libertad de crítica”, se denuesta a los gobernadores ya idos y se condecora al adalid de la palabra libre que siempre tiene la figura del ejecutivo en turno.

Conocedor de estas fórmulas, tan desgastadas porque se han repetido desde tiempos inmemoriales, Amado Avendaño prefirió festejar el día de la Libertad de Expresión de 1986, no al lado del gobernador y sus funcionarios, sino en el penal de Cerro Hueco donde estaba preso uno de sus excolaboradores, Jorge Enrique Hernández Aguilar.

Lo acompañaron en ese acto de rebeldía el obispo Samuel Ruiz García y el panista Valdemar Antonio Rojas López, hacedor también de un periodismo subversivo.

La declaración de los festejantes de aquel día memorable –quienes por cierto fueron expulsados del penal– fue recogida sólo por La Voz del Sureste, del maestro Roberto Coello Trejo, con esta cita, rara para aquellos tiempos: “No es posible hablar de libertad de expresión cuando la mayor parte de las publicaciones y de los comunicadores reciben dinero del gobierno, a tal grado que cuando les suspenden el subsidio, tienen que arrodillarse y plegarse a los lineamientos oficiales”.

Tiempo no es sólo Amado Avendaño. Es también Concepción Villafuerte. Es su empuje, su carácter y su decisión de publicar ese periódico épico de tan buenos recuerdos.

El que el EZLN haya escogido a Tiempo como uno de sus destinatarios habla de la confianza ganada entre los más pobres de ese periódico que hoy, con ocho páginas, resurge para seguir navegando y dar testimonio en esta patria nuestra que nos ha tocado vivir.
¡Salud y éxitos!

sarellym@gmail.com