Se debe regular la publicidad oficial en Chiapas
Con autorización del autor y del director Noticias, Voz e Imagen de Chiapas, José Juan Balcázar, les dejo este texto publicado hoy miércoles 9 de enero del 2008 en ese rotativo.
El fin es el medio
Sarelly Martínez
Sarelly Martínez
Por el solo hecho de tener una publicación, los editores –que en tiempos como éstos se multiplican más que la plaga bubónica– creen que el gobierno tiene el sagrado compromiso de llenarles la bolsa de centenarios y de halagos.
Esa visión, tan propia de nuestro más profundo y apocado provincionalismo, ha llevado a la aparición de hojitas sueltas y perversas que cotizan sus planas con la tarifa de Reforma, que ya es decir.
El escenario está dado para que vividores, los eternos estafadores de siempre, saquen un pasquín, le dediquen las ocho columnas al gobernador y repartan tres o cuatro ejemplares en Comunicación Social. Y listo.
No se necesita más, si acaso un poco de audacia y de paciencia para presentarle al gobernador mismo un ejemplar que, dicen, hará más historia que La Campana de Joaquín Miguel Gutiérrez o El Pararrayo de fray Matías de Córdova o que todos los periódicos de Chiapas juntos. Por miras no se para.
El gobernador que tiene la virtud de escuchar a todos los que queramos arrebatarle parte de su tiempo, dará un abrazo al editor y le acercará el oído.
Ese simple acto del más puro sabinismo bastará para que el futuro movedor de conciencias se sienta bendecido para elevar su tiraje a cien ejemplares y a exigir a los funcionarios –so pena de “exhibirlos al escarnio público” – espacios de publicidad y presupuestos especiales para su gloriosa y combativa publicación.
En tiempos de Juan Sabines padre llegamos a tener más 31 publicaciones sólo en la capital de Chiapas. Mi amigo Ruperto Portela, que no por nada es de Alvarado, Veracruz, decidió sacar su propio semanario con el cabezal de Otro más. Ahí, si el tiempo se lo permitía, recopilaba lo más destacado por sus competidores. Lo raro, decía él, era que todos aquellos montones de páginas cupieran en los nueve boletines que repartía Comunicación Social semanalmente.
Era tanta la dependencia del gobierno, no sólo en lo económico sino en lo informativo, que los días que no había boletines, simplemente no aparecían los “diarios”. Por eso durante mucho tiempo los lunes eran días muertos para los voceadores.
Una de las más airadas protestas durante el gobierno del primer sabinismo provino de Tapachula. Aparte de la falta de presupuesto oficial, los editores se lamentaban de que no les llegara a tiempo los boletines porque les dificultaba su accionar diario para “mantener perfectamente informado a los fieles lectores del Soconusco, que constantemente preguntan de las actividades del Señor Gobernador”.
No se trata de que no se otorgue publicidad a los periódicos, pero Comunicación Social debería tener una política que permita apoyar publicaciones que tiendan a fortalecer la vida democrática del país. No se necesita, en estos momentos, pasquines de cuatro páginas, que ensalcen y cubran de gloria al gobernador.
Se deben establecer montos de publicidad en donde esos medios emergentes concursen para su otorgamiento, y en esto no deben quedar fuera los medios electrónicos (páginas de internet y blogs, principalmente), que están haciendo un trabajo más meritorio que el de varios pasquines hechos para el sablazo público.
El periodista Isaín Mandujano, corresponsal de Proceso en Chiapas, abunda sobre este tema en su fundamentado artículo “Publicidad gubernamental: premio y castigo para los medios”, publicado en la Revista Mexicana de Comunicación de diciembre 2007-enero 2008.
Es un escrito que aborda con inteligencia acerada este delicado tema porque no hay duda que la publicidad gubernamental puede utilizarse, y se ha utilizado hasta la insolencia, para premiar a los editores corifeos, aunque saquen dos o cuatro paginillas, pero también para castigar a los que han intentado ventilar los asuntos públicos desde el prisma del periodismo auténtico.
Email del autor: sarellym@gmail.com
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