EL PERIODISMO EN CHIAPAS

Este es una bitácora exclusivamente para textos relacionados con la historia del periodismo en Chiapas. Para exhibir los aciertos y desaciertos, dislates, cosas chuscas y otros detalles que reflejen la idiosincrasia del periodismo chiapaneco. Tantas cosas y situaciones que veo y leo que no quiero que se pierdan en el tiempo, quiero documentarlo y compartirlo. Advierto que para nada pretendo congratularme u ofender a persona alguna.

martes, enero 01, 2008

El tío Ruma

CRÓNICAS CHILANGAS


El tío Ruma
Retomado de la columna Línea Sur


Para Nadia Villafuerte, Luís Daniel Pulido, Pepe López Arévalo, Héctor Cortés, Chaino Mandujano, Arcadio Acevedo, VVS y toda la banda de periodistas y escritores chiapanecos con el linaje y la testosterona de Belisario Domínguez.

El tío Ruma era un periodista tuxtleco algo excéntrico para su época; vestía de smoking, provenía de rancio abolengo chiapaneco y solía escribir su cotidiano La Estrellita en un original, a mano y después a máquina, con un montón de hojas debajo e insertaba papel carbón entre cada una, para obtener copias carbónicas. Procedía luego a formar avioncitos con cada una de ellas, en una técnica propia de papiroflexia y salía de su casona donde vivía con sus hermanas niñas viejas como él, en el centro de la ciudad, a pasear.

Después, el Tío Ruma Moguel caminaba por las calles de la capital y regalaba –una a una– las copias de su diario. A veces, aprovechando la línea aerodinámica del avioncito, la lanzaba al viento hacia la casa de alguien o la metía directamente en la bolsa pectoral de la camisa de algún transeúnte, eso sí, perfectamente conocidos uno del otro, tras de saludarse con la cortesía propia de la época.

No presumía de periodismo independiente, pero se llevaba de maravilla con sus contemporáneos, entre los que alguna vez mencionó a Rodolfo Espinosa Sarmiento –pionero de El Heraldo de Chiapas– y a otros nombres que mi infiel memoria no me permite repetir, pero que están ahí, sepultados en los amarillentos anales de las hemerotecas.

En su juventud, me contaba el Tío Jaime en su casona de la Colonia Santa María La Ribera del Distrito Federal, a veces había acompañado a doña Luz Gutiérrez Moguel por las calles de Cintalapa, con aquella dama de compañía que sostenía la sombrilla que evitaba la niña se asoleara demasiado, trotando entre ambos.

La última vez que vi a Tío Jaime, esta ocasión en su casa del Pedregal, por allá de un mes de abril a fines de los noventa cuando le rindieron un homenaje en Bellas Artes, le escuché recordar al Tío Ruma Moguel, su smoking y su Estrellita editado en copias –a veces ilegibles– logradas con papel carbón.

Han pasado muchos más años de los que admito recordar, y me vuelve el alma al cuerpo cuando veo que en mi Chiapas el periodismo sin mordaza continúa, a pesar de los pertinaces y tortuosos acosos de la Cocoso, dispensándome la cacofonía.

¡Caray, amigos, no se callen!

Feliz año 2008.
Dongato. (dongatorz@hotmail.com)

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