Caloca y sus 16 años de periodismo...
Víctor Carrillo Caloca
TINTA FRESCA
Lunes 3 de Octubre de 2011
‘Mis Dulces 16’
A MÍ, el 2 de Octubre no se me olvida por partida cuachi.
PRIMERA, porque soy producto de esa conciencia estudiantil y beneficiario de la misma pues fui a una universidad pública hijita del movimiento del ’68: la UAM-Xochimilco.
Y LA SEGUNDA razón es porque un día como ése, en 1995, comencé mi primer jornal como obrero de la letra, en punto de las ocho de la mañana.
BIEN peinadito, me presenté a la redacción de Voz Pública, el proyecto informativo de uno de los hombres-leyenda del periodismo mexicano, don Paco Huerta Hernández.
ME MANDÓ a hacer entrevistas al Zócalo capitalino, que pasé en un maltrecho reporte para Radio Educación y luego malredacté para el semanario.
JAMÁS fui tan apoteósicamente feliz como ese día en el andar periodístico: de la Redacción a la calle y otra vez a la Redacción.
NUNCA olvidaré que con mi primer sueldo, compré un saco café de 30 pesos afuera del Metro Miguel Ángel de Quevedo, raído de un lado, para andar “presentable”.
DESDE entonces (apenas talla 28 y dos dioptrías), no paré, no he parado y seguramente moriré convencido de que no hay mejor cosa que valga la pena en la vida que escurrir tinta.
SOY, pues, apenas un puberto del periodismo pues ayer cumplí “mis dulces 16”… Tons, me falta mi juventud, mi adultez y poquito antes que haga pongosh.
PRIMERA, porque soy producto de esa conciencia estudiantil y beneficiario de la misma pues fui a una universidad pública hijita del movimiento del ’68: la UAM-Xochimilco.
Y LA SEGUNDA razón es porque un día como ése, en 1995, comencé mi primer jornal como obrero de la letra, en punto de las ocho de la mañana.
BIEN peinadito, me presenté a la redacción de Voz Pública, el proyecto informativo de uno de los hombres-leyenda del periodismo mexicano, don Paco Huerta Hernández.
ME MANDÓ a hacer entrevistas al Zócalo capitalino, que pasé en un maltrecho reporte para Radio Educación y luego malredacté para el semanario.
JAMÁS fui tan apoteósicamente feliz como ese día en el andar periodístico: de la Redacción a la calle y otra vez a la Redacción.
NUNCA olvidaré que con mi primer sueldo, compré un saco café de 30 pesos afuera del Metro Miguel Ángel de Quevedo, raído de un lado, para andar “presentable”.
DESDE entonces (apenas talla 28 y dos dioptrías), no paré, no he parado y seguramente moriré convencido de que no hay mejor cosa que valga la pena en la vida que escurrir tinta.
SOY, pues, apenas un puberto del periodismo pues ayer cumplí “mis dulces 16”… Tons, me falta mi juventud, mi adultez y poquito antes que haga pongosh.
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