TODAS LAS MOSCAS SE PARECEN
TODAS LAS MOSCAS SE PARECEN
(fragmento de ensayo punk)
El periodismo es una inteligencia ociosa. El chiapaneco, es decir, el que se ejerce en Chiapas así no hayas nacido en estas tierras según los lineamientos de la pobreza y la miseria, es el mismo grupito de chachas que limpian –o pretenden limpiar– la casa que habitan.
Están los independientes, los “objetivos”, los de Cocoso, los que proporcionalmente a las causas justas intercambian favores a precio de mantener la “noticia” entre lo posible y lo probable: muliplicaos, pues, en ciudades rurales y la paz sea contigo “hermano”.
La noticia, ese remedo al reconocimiento personal, anima la vida comunitaria. La crítica inoperante no tiene edad, las generaciones son acomodaticias, ninguna ética parte de relaciones inconvenientes y la libertad de conversación se reduce al “chayo”, las prebendas, al twitter como cartitas astrales de sus emociones como reporteros, a justificar su madurez como estudiantes.
Los periódicos, los burdos periódicos locales, así seas el “bueno” o el de mentirita, es la misma patria de porristas y arrabaleros de un Chiapas poco mencionado: el primitivo; y esto a pesar de la tecnología, ya que la responsabilidad en este oficio es un mundo pequeño, pequeñísimo, de monos aulladores, de serpientes en cautiverio en espera de alimentos.
El periodismo chiapaneco, jodido en principios, jodido en efectos de luz, jodido en su verborrea, jodido en su estupidez generalizada, circula gracias a los postores de la política y no por esos detalles que de tan particulares son imperceptibles: lo provisional que se vuelve la vida para los que de verdad nada tienen y no son parte del circo de los autonombrados “líderes de opinión”.
Y me refiero a que en este formato de episodios personales se ha vuelto indiscriminado partir de que lo malo sólo sucede cuando toca al amigo, a la amante, al familiar, a ellos mismos. Karmas provincianos que aún celebran la caída de Batista en Cuba.
De ahí que los periódicos circulen en cumplimiento a lo pactado con el gobierno, o lo que deja éste fuera de su nómina para que las rémoras busquen en el Congreso del estado; no todo se puede cargar a la secretaría de Hacienda, tan ocupada en completar los pagos al grupo Salinas, a Televisa, a los periódicos nacionales.
Pera ya en la mierda –no olvidemos– todas las moscas se parecen.
Luis Daniel Pulido
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