Subvenciones y chayotes a la prensa chiapaneca
De cómo vivir del gobierno sin criticar
Sarelly Martínez Mendoza
Investigador de la Universidad Autónoma de Chiapas
La costumbre de los gobiernos de mantener una prensa oficiosa o de acallar, mediante ayudas subterráneas, a voces demasiado agudas, es tan vieja como la propia prensa: El método fue ya elevado a categoría por el ministro Walpole muy a principios del siglo XVIII, y a lo largo del siglo los ingleses crearon el modelo que iba a ser imitado en el XIX por las diferentes burguesías europeas, a medida que van accediendo al poder político.1
En España, por ejemplo, las subvenciones adoptaron diferentes mecanismos, dependiendo de la imaginación y creatividad de funcionarios y periodistas. Lo más usual fue la entrega de cantidades fijas a los dueños de periódicos y el pago de redactores en los diferentes ministerios del gobierno.
Cos-Gayón, siendo ministro de Hacienda, señala Pío Baroja, "escribía en unos periódicos absurdos, en donde se pontificaba en severo moralista, lo que no era obstáculo para que los periodistas, que escribían en ellos, cobraran, unos en el Ayuntamiento, otros en la Inspección de Arbolado, del Alcantarillado, como empleados en la Diputación y algunos hasta de amas de crías".2
LEER TEXTO COMPLETO
http://www.mexicanadecomunicacion.com.mx/Tables/RMC/rmc88/subvenciones.html
Sarelly Martínez Mendoza
Investigador de la Universidad Autónoma de Chiapas
La costumbre de los gobiernos de mantener una prensa oficiosa o de acallar, mediante ayudas subterráneas, a voces demasiado agudas, es tan vieja como la propia prensa: El método fue ya elevado a categoría por el ministro Walpole muy a principios del siglo XVIII, y a lo largo del siglo los ingleses crearon el modelo que iba a ser imitado en el XIX por las diferentes burguesías europeas, a medida que van accediendo al poder político.1
En España, por ejemplo, las subvenciones adoptaron diferentes mecanismos, dependiendo de la imaginación y creatividad de funcionarios y periodistas. Lo más usual fue la entrega de cantidades fijas a los dueños de periódicos y el pago de redactores en los diferentes ministerios del gobierno.
Cos-Gayón, siendo ministro de Hacienda, señala Pío Baroja, "escribía en unos periódicos absurdos, en donde se pontificaba en severo moralista, lo que no era obstáculo para que los periodistas, que escribían en ellos, cobraran, unos en el Ayuntamiento, otros en la Inspección de Arbolado, del Alcantarillado, como empleados en la Diputación y algunos hasta de amas de crías".2
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